Hoy día muchas iglesias nominalmente evangélicas no son más que centros comunitarios psicológicos, sociológicos, pragmáticos y antropocéntricos, revestidos de atuendos religiosos o con algo más informal y casual como camisetas estampadas y Jeanes estropeados y rotos. Utilizan el nombre de Jesús como símbolo, pero creen que el éxito o el fracaso depende de lo inteligentes que son. Miden la eficacia por cifras de asistencia o dinero en el plato de las ofrendas. La idea que tienen de adoración es una estimulación musical sin sentido diseñada para la manipulación emocional de las personas en lugar de ser una alabanza ofrecida a Dios. Una espiritualidad vaga y trivialidades de apariencia agradable reemplazan a la doctrina bíblica y la verdadera santidad. Y el centro del mensaje es satisfacción personal en lugar de santificación fortalecida por el Espíritu.
Los asistentes no acuden porque amen la verdad y temen a Dios, sino porque todo lo que ven y escuchan les satisface el amor propio.
John MacArthur
Santificación, página 64